3/10/2014 10:15:00 a.m.
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Venezuela reclama un cambio
Vanguardia Popular arriba a su 7º aniversario en medio de una grave crisis general de la sociedad venezolana. Dicha crisis evidencia el fracaso de la cúpula chavista que gobierna, muy a pesar de los enormes ingresos petroleros y fiscales de que ha dispuesto, del control absoluto de todas las instituciones del Estado y del gran respaldo popular que alguna vez tuvo. 

Autoritarismo, ineptitud, demagogia y corrupción son los rasgos característicos de un modelo antidemocrático, antinacional y antipopular, cuyos resultados más visibles son: inflación del 56%, escasez del 28%, déficit fiscal de 15 puntos del PIB, grave escasez de divisas, parálisis del aparato productivo nacional y un colosal endeudamiento público.
Inseguridad, carestía y desabastecimiento, crisis del sistema de salud y educativo, deterioro de los servicios públicos y quiebra moral de la nación son, entre otros, las causas del malestar popular reinante y alimentan graves tensiones sociales que amenazan con desbordarse.
Es en este contexto que debe analizarse el extraordinario movimiento de protesta estudiantil y popular que ya lleva un mes en las calles de las principales ciudades del país. Él es expresión del descontento frente al cuadro anteriormente descrito y forma parte del clima de conflictividad social al cual abonan los reclamos laborales por salarios justos, mejores condiciones de trabajo, libertad sindical y contrataciones colectivas; de los pobladores por viviendas dignas y mejores servicios públicos; de las universidades por presupuesto y autonomía y un largo etcétera.
Este movimiento de protesta pacífico, cuya génesis –es necesario recordarlo– es el reclamo estudiantil frente a la inseguridad en sus casas de estudio, ha podido, sin embargo, haber sido conjugado si hubiese encontrado en el gobierno un interlocutor dispuesto a escuchar su voz y tramitar sus demandas.
No obstante, la respuesta ha sido una desproporcionada y brutal represión que ha dejado un lamentable saldo de muertos, heridos y detenidos, casi todos sometidos a maltratos físicos y morales e incriminados judicialmente.
En esta represión se combinan la acción de los cuerpos policiales y militares con la actuación impune de colectivos armados que operan como grupos paramilitares, la infiltración de agentes cuya misión es provocar la violencia y el caos y la fabricación de un discurso, repetido mil veces en cadena nacional y a través del sistema nacional de medios públicos, orientado a descalificar la protesta y a justificar la represión, mientras se somete al chantaje y la autocensura a la prensa para que acalle la verdad de los hechos.
El propósito del régimen es arrinconar al movimiento, imponer el terror y anticiparse a situaciones más profundas de malestar social y protestas frente al agravamiento de la crisis económica y social. Sin embargo, el efecto logrado es exactamente el contrario: a más represión más protesta, la cual ha ido creciendo en magnitud y extensión, hasta el punto de que hoy presenciamos un vigoroso movimiento de alcance nacional, que ha trascendido al sector estudiantil, y cuyos signos más alentadores son su coraje para no ceder al terror del Estado y su talante democrático para no sucumbir a las provocaciones y la violencia. 
La otra cara de la moneda de la política del régimen es su insincero y manipulador llamado al diálogo, cuyo objetivo es “lavarse el rostro” frente a la presión de la comunidad nacional e internacional.
Con el debido respeto por quienes,  preocupados por la suerte del país y su gente, de buena fe han acudido al llamado del gobierno, debemos denunciar la impostura que representa el hecho de que, mientras se pregona el diálogo, al mismo tiempo se condecora a los represores del pueblo, la Guardia Nacional Bolivariana, se homenajea a los “colectivos” cuya presencia en las manifestaciones son un factor de provocación y de violencia y se convoca a las unidades organizadas del PSUV a “apagar las candelitas” y desmontar las barricadas.
Este comportamiento provocador, que ignora la gravedad de la situación y renuncia o delega las funciones potestativas del Estado, atiza el fuego del conflicto, estimula irresponsablemente el camino de la guerra civil y alimenta la desconfianza en la sinceridad de la propuesta de diálogo. También a esto contribuyen las vergonzosas declaraciones y comportamiento adoptados por la Fiscal General de la República y la Defensora del Pueblo en medio de esta crisis.
Vanguardia Popular, no obstante lo anterior, considera necesario dialogar. Para destrancar el conflicto, para evitar que la intransigencia gubernamental eventualmente pueda conducirlo por el camino del desgaste y para ahorrarle al pueblo nuevos y más dolorosos sacrificios. Un diálogo que no sea un sainete, una emboscada para forzar la rendición o una imposición unilateral desde la arrogancia y prepotencia del poder.

Para ello, deben ser condiciones previas:
1) Cese inmediato de la represión. 
2) Restablecimiento efectivo del derecho a la manifestación pacífica. 
3) Libertad plena de todos los detenidos y cese a la persecución política. 
4) Formulación de una agenda que incluya el desarme de los grupos paramilitares, la investigación imparcial de todas las violaciones de derechos humanos cometidas durante la represión a las manifestaciones y el cese inmediato de la política de Estado orientada a la criminalización y judicialización de la protesta, rectificación de la política económica que somete al pueblo a la carestía y la escasez, reinstitucionalización e independencia de los poderes públicos, entre otros puntos. 
5) Designación de un tercero que acompañe o facilite el diálogo y que eventualmente medie entre las partes. 
6) Formulación de una metodología de trabajo dentro de un plan con objetivos y procedimientos claros.
Llevar adelante una política como la aquí propuesta supone la más amplia unidad y coherencia de todas las fuerzas democráticas del país, mantener e intensificar la movilización estudiantil y popular en los cauces pacíficos, eludir las provocaciones y ataques de las fuerzas represivas y sortear el riesgo de la violencia y las “guarimbas”.

Proponemos este camino, convencidos de que es importante para el futuro de las luchas democráticas, que este conflicto, que ya ha ofrendado enormes esfuerzos y sacrificios que debemos honrar, corone con una extraordinaria victoria que contribuya al proceso de construcción de una fuerza política y social, de contenido democrático, nacional y popular, que se convierta en una verdadera alternativa de cambio frente al fracaso de la cúpula dirigente del chavismo.
Soberanía, progreso, democracia y justicia social, deben ser los ejes para reconciliar al pueblo y para construir una patria nueva.
Al arribar a nuestro 7º aniversario saludamos al aguerrido movimiento estudiantil y popular que, una vez más, escribe en las calles del país gloriosas páginas de nuestra historia republicana, le expresamos nuestra solidaridad y renovamos nuestro compromiso con la política y propósitos aquí señalados.

Caracas, 11 de marzo de 2014

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