9/30/2013 10:02:00 a.m.
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El agravamiento de la crisis en nuestro país ha puesto nuevamente sobre el tapete, desde distintos puntos de vista, el tema del Golpe de Estado. Como parte de su estrategia política para apartar la atención de la población de los problemas que a diario le aquejan, la cúpula del PSUV-gobierno ha hecho últimamente mayor hincapié sobre el descubrimiento de supuestos planes, de “la extrema derecha y el imperialismo norteamericano”, para derrocar al presidente Maduro; adoptando ante ello una actitud desafiante y amenazadora.


Asimismo, determinados grupos del campo opositor,
que no han renunciado nunca a la posibilidad de adueñarse del poder a través de una acción militar interna, respaldada y a favor de intereses políticos y económicos extranjeros asentados principalmente en los Estados Unidos, reactivan abiertamente el discurso sobre la “inminencia” del golpe, anuncian la instalación de un Nuevo Orden (¿coincidencia?) e intentan descalificar a la estrategia y a los propios factores democráticos de la oposición.

Históricamente se ha demostrado, que situaciones como la presente estimulan este tipo de aventuras, razón por la cual no deben ser descuidadas y prestarles la atención debida, sin caer en exageraciones. Con más razón en este caso, cuando los extremos señalados son coincidentes en cuanto a que ambos consideran la directa participación de la FANB y que la lucha planteada iría, supuestamente, en contra de una revolución socialista o comunista.

Estas características le confieren un nivel de mayor peligrosidad a la acción de estos factores en medio de la volatilidad de la situación social existente; pues, aprovechándose de ella podrían, en determinado momento, arrastrar a otros sectores por tan equivocado camino. Por lo tanto, y sin ninguna duda, es necesario salirles al paso, desenmascarar y derrotar ambas posiciones.

La cúpula del PSUV-gobierno no solo teme a los planes de la “extrema derecha”; pues, bien lo sabe, aunque no lo diga, que las profundas contradicciones internas que padece pueden derivar en la posibilidad de un golpe militar salido de su propio seno. En esencia, esto solo permitiría el desplazamiento del poder de una o más fracciones del chavismo por otra(s); pero, se mantendría el mismo régimen entreguista, corrupto y antipopular que hemos vivido durante los últimos casi 15 años, con algunos cambios cosméticos y temporales quizás, que no alterarían mayormente la intención de continuar desarrollando la imposición del proyecto autoritario militarista. 

Los grupos opositores que aspiran controlar el poder para, en su propio beneficio, entregar  las riquezas de nuestro país al “libre mercado” del capital internacional, caen en evidentes disquisiciones cuando no aclaran si los que darían el supuesto golpe son parte de los actuales “militares revolucionarios”, o son contrarios a estos, o estarían integrados por ambos grupos. Algunos de sus voceros han llegado a afirmar que serían todas las FANB las que ejecutarían la acción contra Maduro y el “castro-comunismo”.   

Lo cierto del caso es que ambos justifican sus posiciones y acciones caracterizando al actual régimen, de manera incorrecta y manipuladora, de socialista y/o de comunista. El oficialismo utiliza esto como cortina de humo para convocar a defender la falsa “revolución” ante sus enemigos de adentro y de afuera; y los grupos que defienden las “vías rápidas” dentro de la oposición, lo utilizan para encubrir su verdadero carácter antidemocrático y ocultar su responsabilidad en los reiterados y costosos fracasos sufridos por esta en el pasado reciente (Carmonazo, Paro Petrolero, Plaza Altamira, Marcha sin Retorno, Abstención Electoral, etc.).

En ambos casos queda claro,
que esto conllevaría a un enfrentamiento armado (posiblemente muy sangriento) entre factores militares principalmente; donde los intereses mayoritarios y democráticos del pueblo venezolano se verían profunda y negativamente afectados, independientemente de la facción militar que resultara vencedora en la contienda. 

Los sectores democráticos y revolucionarios debemos perseverar en la lucha unitaria; manteniéndonos apegados a la vigencia de la Constitución, desnudando y enfrentando en la calle las políticas hambreadoras y antipopulares del régimen, y continuar ganando terreno en el escenario electoral. No debemos perder el rumbo. Es necesario articular las luchas de los universitarios con las de los trabajadores de la salud, de la educación, de las empresas básicas, y de todo el pueblo.; y el 8 de diciembre, alcanzar una contundente victoria que marque pauta en la confrontación electoral con el PSUV-gobierno.

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