8/19/2013 11:01:00 a.m.
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Ciudadanos:

Dr. Henrique Capriles
Jefe Nacional del Comando de Campaña Municipal de la Mesa de Unidad Democrática
Dr. Ramón Guillermo Aveledo
Secretario Ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática
Representantes de los partidos políticos integrantes de la MUD
De su consideración.

Reciban el saludo cordial del Comité Directivo Nacional del partido Vanguardia Popular, en la ocasión de consignar nuestro VOTO SALVADO frente a los acuerdos alcanzados para la confección de las planchas de candidatos a Concejales de la alternativa democrática, para los comicios municipales a celebrarse el 8 de diciembre del año en curso:

1) La lucha contra el régimen autoritario y militarista que nos ha tocado enfrentar supone un extraordinario esfuerzo por construir una amplia unidad nacional y democrática, capaz de articular las más disímiles fuerzas sociales y políticas en torno al objetivo superior de brindarle a la nación y al pueblo venezolanos derroteros de SOBERANÍA, PROGRESO, DEMOCRACIA Y JUSTICIA SOCIAL. En consecuencia, para nosotros la unidad es un valor supremo, un imperativo de las circunstancias actuales y un clamor popular que debemos atender con espíritu patriótico y sentido de responsabilidad. Por lo mismo, ella no puede o no debe ser convertida en coartada para la imposición de intereses subalternos, individuales o grupales, signados por el hegemonismo, el sectarismo y la exclusión. Tales rasgos, ciertamente, son característicos del régimen chavista; sin embargo, no son exclusivos de él. También ellos se manifiestan y reproducen al interior de la alianza de la MUD y, en lo que a nosotros respecta, a todos consta la lucha frontal, consecuente y sistemática que hemos librado, dentro y fuera de la MUD, para enfrentar y denunciar tales prácticas.

2) Cuando en febrero del presente año se propuso el Reglamento (anexo) para la selección de las candidaturas a Concejales en todo el país, fue explicito nuestro rechazo categórico a dicho instrumento. Señalamos que el mismo consagraba una grosera e inaceptable ventaja para un pequeño grupo de partidos, mientras reducía al mínimo las posibilidades de representación de la amplia mayoría de organizaciones que constituyen la MUD, le negaba participación a las fuerzas minoritarias y le cerraba las puertas a los sectores independientes, a los líderes sociales sin partido, a las fuerzas sociales o políticas de carácter regional o local.
3) Una vez convocados los comicios municipales, y apenas iniciado el proceso de confección de las llamadas “maquetas electorales”, se hizo evidente el carácter leonino, sectario y excluyente del Reglamento y solicitamos su reconsideración. La respuesta obtenida fue un permanente diferimiento del punto, hasta llevarlo a un momento en el cual cualquier debate en torno al mismo resultara ineficaz, como en efecto sucedió.

4) Este comportamiento en torno al asunto del Reglamento se complementó con la negativa reiterada a considerar la revisión de algunas candidaturas a Alcaldes en aquellos municipios en los que situaciones sobrevenidas, o cambios importantes operados en la realidad política, así lo recomendaba. En estos casos la respuesta fue parecida: por una parte, una negativa firme a revisar las candidaturas a Alcaldías ya resueltas con anterioridad y, por la otra, una evasiva permanente a discutir los casos de ausencias absolutas para que la política de los hechos cumplidos cancelara cualquier posibilidad de realizar primarias o apelar a algún otro método distinto a la imposición de los acuerdos “por arriba”.

5) En defensa del Reglamento aprobado se argumentó que el mismo consagraba como primer método el consenso, que el problema no estaba en el Reglamento sino en su aplicación y que, en cualquier caso, la MUD nacional corregiría las anomalías o desviaciones que se presentaran. Sin embargo, la dinámica seguida y los resultados producidos  evidencian que tales argumentos eran mera formalidad, pues lo que realmente sucedió fue la aplicación unilateral e indiscriminada del llamado Método de D’Hondt, a través del cual se ha confirmado lo que advertimos en el debate. Entre otras cosas, este método permitía que los partidos representados en el llamado Equipo Permanente (G-7), con cerca del 70% de los votos acapararan el 86% de los cargos a elegir y, dentro de éstos, casi el 90% de las candidaturas con posibilidades de triunfo, de acuerdo con los resultados del pasado 14 de abril. En otras palabras, lo que la oposición democrática condenó y denunció como una perversión del sistema electoral venezolano impuesto por el régimen chavista, que le permitió al oficialismo, con el 48% de los votos, acaparar casi dos tercios de la Asamblea Nacional, lo replica ahora una pequeña entente de partidos contra el conjunto de las fuerzas opositoras de dentro y fuera de la MUD. Esto es claramente una incoherencia y falta de autenticidad: mientras el discurso va por un camino, la práctica política va por otro muy distinto.

6) Llenaríamos páginas ilustrando con ejemplos las perversiones cometidas con base en la aplicación del Reglamento. No obstante, bastaría referir la suerte corrida por Andrea Tavares y Carlos Julio Rojas en el municipio Libertador del Distrito Capital, lo acontecido con el acuerdo consensual construido en el municipio Guanta del estado Anzoátegui, la manera como se decidieron los acuerdos para la integración de la fórmula de concejales en Monagas, la forma como se resolvió (mejor dicho, como no se resolvió) la situación de las candidaturas a Alcaldes en los municipios Lagunillas y Valmore Rodríguez del estado Zulia. O en el municipio Maracaibo, o en Baruta, o en El Hatillo y un largo etcétera. En los municipios donde el consenso no satisfizo las ambiciones de los hegemones de la alianza, se desconocieron los acuerdos municipales y se modificó la maqueta a conveniencia de éstos.

7) ¿Cómo hacemos para abrir espacios a la participación de las personalidades independientes y los líderes sociales? La pregunta no es nuestra; es el parafraseo más o menos fidedigno de una preocupación expresada por el Secretario Ejecutivo de la MUD, Ramón Guillermo Aveledo, planteada formalmente para el debate en dicha instancia. Su sola formulación es la corroboración más clara de que la aplicación del Reglamento, tal como nosotros lo señalamos, no dejaba espacio para que tales sectores fueran incorporados a los acuerdos. En efecto, si el Reglamento (Art. 6) consagraba que la mitad más uno de los cargos a escoger se distribuían entre los partidos más votados según el Método de D’Hondt. Si inmediatamente después se abría un paréntesis para verificar la eventual existencia de un bloque de partidos minoritarios cuya votación reunida alcanzara al menos el 2,5% de la votación opositora en el respectivo municipio (en cuyo caso se le asignaba el siguiente cargo disponible), para luego continuar la asignación de cargos atendiendo al orden de votación de los partidos. Y si para la escogencia de las suplencias (Art. 7) se procedía según el orden de la votación de los partidos atendiendo a las proporciones resultantes de la misma, obviamente, la pregunta es pertinente: ¿Cómo caben dentro de este esquema las personalidades independientes o los liderazgos sociales sin partido? Nosotros respondimos la pregunta en el curso del debate, no sin un dejo de sarcasmo: o se afilian a algún partido, o algún partido los asume como parte de su propia cuota de participación o, como la representación de los partidos minoritarios, se “montan en el vagón de cola del tren” para que su liderazgo y prestigio contribuyan a que los partidos hegemones acumulen más poder.

8) La participación de los partidos minoritarios, por su parte, quedó relegada a la eventualidad de que, agrupados en bloque, pudieran reunir al menos el 2,5% del voto opositor en cada municipio (Art. 6.6), en cuyo caso tendrían “derecho” a una y solo una escogencia, después que, a través del Método de D’Hondt, se hubiesen asignado la mitad más uno del total de cargos principales a elegir. Para las suplencias, su participación prácticamente quedaba dependiendo de la “generosidad” de los partidos más votados, por cuanto para la asignación de éstas se procedía de acuerdo con el orden de votación, respetando la proporcionalidad. ¿Qué posibilidades de participación o representación tenían las minorías en tales condiciones? Es obvio que ninguna, salvo conformarse con ocupar puestos de relleno para crear la ficción de que han sido incluidas. La modesta votación que obtienen los partidos minoritarios, insuficiente para alcanzar alguna participación, sirve, sin embargo, en más de una ocasión, para completar los votos necesarios para que los hegemones de la alianza continúen aumentando su representación. En otras palabras, estamos en presencia de una política que condena a las minorías a ser cada vez más minorías, mientras los hegemones de la alianza refuerzan su condición de mayorías que se apuntalan no solo en su propia votación, sino también en la que eventualmente aportan los partidos minoritarios.

9) La Tarjeta Única, para nosotros, tendría que ser la resultante de los acuerdos políticos y electorales alcanzados, un poco su concreción y su estandarte. En procesos electorales anteriores hemos sido partidarios de su adopción, cuando sus apologistas de hoy la señalaban de ser expresión de la antipolítica y el antipartidismo. Sin embargo, en las circunstancias señaladas su aprobación constituye una estafa a la vocación unitaria del pueblo, pues su anuncio oculta que los acuerdos alcanzados lo son sobre la base de la imposición y el avasallamiento; del hegemonismo, el sectarismo y la exclusión.

10) Reiteradas veces hemos reivindicado la vigencia de la institución partidista como manifestación de agrupamientos tendenciales que expresan visiones de país, acuerdos programáticos e intereses sociales y políticos; los cuales necesariamente pugnan por legitimarse en el seno de la sociedad, procuran hacerse mayoría, alcanzar el poder y llevar a realización sus proyectos políticos. También hemos sido reiterativos en señalar que  no desconocemos las asimetrías existentes en el desarrollo de los partidos ni perdemos el sentido de las proporciones a la hora de las múltiples relaciones que entre ellos se establecen. No obstante, es innegable que por encima de las adscripciones o simpatías partidistas los grandes convocantes de estos tiempos son, por un lado, el enorme rechazo a las perversiones y amenazas que representa el régimen chavista y, por el otro, el sentimiento unitario que alberga en la conciencia democrática de nuestros compatriotas.
Este clamor unitario tiene concreciones en el plano electoral. Se traduce en sentimiento mayoritario y hace de la tarjeta de la MUD la más votada de la oposición primero, y luego la más votada del país. Ello no es la resultante de la suma de los votos de todos los partidos de la alternativa democrática, sino algo que va mucho más allá de eso: es la unidad nacional y democrática por encima de cualquier simpatía o militancia partidista. Legítimamente o no, todos los partidos procuran capturar para los fines de su crecimiento organizativo y electoral parte de esta “plusvalía” unitaria. Eso es evidente en los cambios introducidos por una parte importante de los partidos en sus tarjetas electorales. Pero también algunos resultados electorales lo confirman: ¿Si los votos pertenecen a los partidos, qué explica los magros resultados electorales obtenidos por la mayoría de los partidos del G-7 en las elecciones regionales de Monagas del 16-12-2012? ¿Qué hace que partidos modestísimos reúnan una votación significativa en tal proceso, mientras los llamados “partidos grandes” se desploman electoralmente? Es claro que en Monagas la concreción del espíritu unitario de sus pobladores se hallaba encarnado en el liderazgo del “Gato” Briceño y no en la opción de Soraya Hernández, muy a pesar de que, en nombre de las “formalidades”, la MUD se empeñó en no querer verlo así, y muy a pesar de que, con base en esas mismas “formalidades”, ahora se atropelló una alianza que reunía más de 100.000 votos para favorecer a otra que solo acumuló 7.000.

11) El corolario de todo esto lo constituye la Resolución (anexa) adoptada como epílogo a los acuerdos impuestos, la cual restablece lo que explícitamente fue rechazado al momento de discutir el proyecto de Reglamento. En efecto, a través de dicha Resolución, en nombre de la unidad y de la coherencia de la política, se pretende imponer una “camisa de fuerza” a quienes nos oponemos al propósito hegemónico implícito en el Reglamento, se aliena la autonomía de los partidos que votamos contra la Tarjeta Única y reivindicamos el derecho a postular con nuestra propia tarjeta y se “ata de manos” a los candidatos a Alcaldes y Concejales frente a la posibilidad de aceptar respaldos de terceros, al establecer que tales respaldos solo son posibles por vía de excepción, y a condición de que se inscriban los mismos candidatos a ambas instancias en toda la jurisdicción del estado respectivo. Como se podrá comprender, una resolución como ésta, de inspiración autoritaria y rayana en el chantaje, es sencillamente inaceptable.

12) La mayor paradoja es, entonces, pretender cabalgar sobre el sentimiento unitario del pueblo para confiscarlo y utilizarlo para una política de signo contrario, que privilegia intereses grupales, partidistas y/o tendenciales. En nombre de la unidad, utilizándola como carnada y como coartada, lo que se ejecuta es un inconveniente y peligroso plan hegemónico, sectario y excluyente, que “enseña las costuras” de quienes en este tiempo aún no han alcanzado a conquistar reales posiciones de poder en el país, en la sociedad y en las instituciones del Estado. Esto no es un asunto menor y sus implicaciones van mucho más allá de las elecciones municipales convocadas. A nuestro juicio, toca asuntos fundamentales de la alianza política que resume la MUD y afecta su estrategia de crecimiento y acumulación de fuerzas.

13) Como puede desprenderse de lo dicho hasta aquí, estamos en presencia de un asunto sustancial que no debe ser despachado o descalificado como un mero “regateo” por cuotas de poder o como una simple puja entre partidos “grandes” y pequeños partidos en el seno de la MUD. De lo que se trata es de la confrontación de dos visiones acerca de cómo entender la unidad y la política: una que asume la unidad de forma utilitaria e instrumental, como una relación matemática de votos que deriva en un reparto de candidaturas y cargos públicos entre la clientela partidista, que en su afán de copamiento abusa de sus ventajas para avasallar y excluir y que tiene en el discurso unitario una coartada para ocultar un proyecto hegemónico y sectario. Y otra que asume la unidad como expresión genuina de la pluralidad y diversidad de matices políticos, sociales, culturales y tendenciales que constituyen la Venezuela democrática, que favorece la inclusión de todas sus expresiones organizativas y políticas, que reconoce el legítimo derecho a estar representados todos los partidos de todos los tamaños y tendencias, tanto como las organizaciones de la sociedad civil, las personalidades independientes y los liderazgos sociales a distintos niveles. La primera pretende sustituir la hegemonía chavista por su propia hegemonía, expresión clara de la vieja política y del viejo modo de hacer política del cual el pueblo se cansó hace bastante rato. La otra procura colocarse en sintonía con el sentimiento de cambio que se ha ido haciendo mayoría consciente y creciente, no se conforma con cambios cosméticos ni entiende la lucha contra las perversiones del régimen como un “quítate tú pa’ponerme yo”. Antes bien, propugnamos un nuevo modo de hacer la política y de concebir la función pública, asociados a una genuina vocación democrática, un profundo compromiso social y una sólida base ética y moral.
En consideración de todo lo anterior, Vanguardia Popular concluye:

1) Ratificamos nuestro rechazo y condena al Reglamento y a los procedimientos que sirvieron de base a la escogencia de las candidaturas a Concejales, así como a algunas candidaturas a Alcaldes, por considerar que los mismos responden a un plan de naturaleza hegemónica, sectaria y excluyente, que contradice las bases principistas, políticas, programáticas y normativas que soportan la construcción de la unidad nacional y democrática que resume la MUD. Tal situación, inconveniente y peligrosa para la suerte última de la unidad, deberá ser discutida más temprano que tarde, en el contexto del replanteamiento de las bases sobre las cuales se edifica la unidad y el proyecto alternativo al régimen chavista.

2) Visto lo anterior, Vanguardia Popular consigna su VOTO SALVADO en las decisiones y acuerdos que se derivan de la aplicación del Reglamento y los procedimientos denunciados aquí, por lo que nos reservamos el derecho de apoyar o no las fórmulas de Concejales presentadas por la MUD en todo el país. En tal contexto, se hace inevitable que las candidaturas a Alcaldes decididas por la MUD con anterioridad no se vean afectadas a la hora de resolver nuestra política concreta en cada estado y municipio del país.

3) Queremos dejar claramente establecido que nuestra decisión no constituye una postura anti-MUD pero tampoco una subordinación incondicional o acrítica a la misma. Hemos procurado respetar en lo posible las candidaturas a Alcaldes que son fruto de elecciones primarias, así como preservar la unidad, aun a costa de hacer importantes concesiones, en aquellos espacios de importancia estratégica para la causa democrática. Tales son los casos del municipio Libertador del Distrito Capital, o los municipios Guaicaipuro y Sucre del estado Miranda, por citar solo algunos entre muchos que podríamos referir.

4) Ratificamos nuestra indeclinable disposición a enfrentar y contribuir a derrotar el proyecto hegemónico, autoritario y arbitrario que encarna el régimen chavista; nuestra adhesión firme y coherente a la causa democrática y de los derechos del pueblo; así como nuestro compromiso irrestricto con la unidad nacional y democrática que el país reclama como condición indispensable para hacer posible los cambios y transformaciones postergados por largas décadas. En esta lucha, al tiempo que intentamos ser consecuentes, exigimos de la MUD coherencia y consecuencia.

5) Lamentamos, más que rechazamos, los enfoques maniqueos que desde las más altas vocerías de la MUD intentan descalificar nuestra disidencia asociándola a los intereses del chavismo. Esa lógica perversa, de clara factura chavista, según la cual “el que no está conmigo está contra mí”, se hace equivalente a que quien no está con la MUD está con el gobierno. Semejante discurso, a nuestro juicio, tiene el mismo sustrato que inspiró la Resolución aprobada para normar los actos de postulación, el mismo espíritu que subyace en el Reglamento aprobado para decidir sobre las candidaturas, el mismo fondo que rigió los procedimientos seguidos para imponer el plan hegemónico que estamos denunciando. En otro sentido, desconoce que, al menos en nuestro caso, y muy a pesar de todo lo sostenido aquí, Vanguardia Popular está respaldando la mayor parte de los candidatos de la MUD a nivel nacional y no estamos negados a evaluar los eventuales ajustes que pudieran caber como fruto de una discusión franca y respetuosa. No obstante, dicho enfoque enturbia el debate necesario sobre los problemas de fondo que están implícitos en esta disidencia, “dinamita los puentes” para el encuentro de quienes tenemos importantes coincidencias en medio de nuestras profundas diferencias y dificulta las posibilidades de recomponer la alianza electoral.

Sin otra consideración que hacer al respecto, y agradeciendo por anticipado la atención que tengan a bien brindar a nuestros planteamientos.

Se despide

Atentamente
Por el Comité Directivo Nacional de Vanguardia Popular

Rafael Venegas
Secretario General

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