La situación económica y social del país se ha tornando grave y potencialmente peligrosa. Cabalgando sobre el descontento y la angustia de nuestros compatriotas frente a la inflación, la escasez, la especulación y el encarecimiento de los precios de bienes y servicios, y en muestra evidente de su incapacidad para rectificar el desastroso camino que sigue su errática política económica, el gobierno de Nicolás Maduro ha puesto en práctica un conjunto de medidas que han resultado “peor remedio que la enfermedad”. Fiel a su estilo de convertir el drama de los venezolanos en espectáculo mediático, el gobierno de Maduro ha inventado una estrategia para combatir una supuesta “guerra económica”, cuyo principal objetivo es ocultar las verdaderas causas de la crisis económica y social que atraviesa el país, eludir su responsabilidad en la misma y sacar provecho político de cara a las elecciones municipales del 8 de diciembre.
El gobierno ha respondido a los graves problemas de la economía, no con medidas económicas serias que vayan al fondo de la crisis, sino con una irresponsable y electorera campaña de propaganda que, de hecho, si no de propósito, estimula la violencia social y amenaza con empeorar aún más la crisis que, en apariencia, busca enfrentar. El resultado en el corto plazo ha sido la profundización del clima de incertidumbre en que vivimos, alimentando aún más las tensiones sociales existentes. Los conatos de violencia que hemos presenciado en las interminables colas a las que se han visto sometidos durante largas horas nuestros conciudadanos, para adquirir electrodomésticos o productos de consumo masivo, denuncian el estado de desesperación y desconcierto al que hemos llegado y acrecientan el descontento y la protesta social. En el mediano plazo se agudizará la tendencia a la quiebra del aparato productivo venezolano y la inflación, la escasez y el encarecimiento del costo de la vida serán mayores.
De esta situación el gobierno es el único responsable. En sus manos está la industria petrolera, con una producción cercana a los 3 millones de barriles diarios y precios internacionales de 100 dólares por barril. Y sin embargo PDVSA ha sido irracionalmente endeudada, la industria vive un deterioro visible e, irónicamente, hoy importamos gasolina y otros derivados de hidrocarburos. También en sus manos están las industrias básicas de Guayana y todas han sido llevadas prácticamente a la quiebra, como producto de la desinversión y la mala administración de las empresas, en cuyo seno se ha instalado un clima permanente de inestabilidad laboral como consecuencia del incumplimiento de las contrataciones colectivas y la acumulación de pasivos.En manos del gobierno está Agropatria, la mayor parte de los centrales azucareros, el más grande y moderno matadero industrial de Latinoamérica y buena parte de las tierras productivas que han sido expropiadas. Y hoy importamos carne, leche, arroz, azúcar, caraotas, cereales y otros productos agropecuarios. En sus manos también están las cementeras, Sidor y Alcasa, hoy no se consigue el cemento, la cabilla y demás insumos para la industria de la construcción. En sus manos está la industria eléctrica, y los apagones reiterados y extendidos por toda la geografía nacional son la mejor demostración del estado de deterioro del servicio.
Desde hace años el gobierno impuso el control cambiario y la devaluación de la moneda se ha convertido en un proceso sostenido, mientras el dólar paralelo se ha disparado a la estratósfera. También fue el gobierno quien impuso desde hace mucho tiempo un sistema de control de precios, que se acompaña con instituciones como Indepabis, Sundecop y otras, cuya misión es vigilar que se cumplan las regulaciones, verificar los costos de producción y fijar precios justos para los bienes y servicios. Y sin embargo el precio de los productos se hace cada vez más inaccesible al menguado salario de los trabajadores y tenemos la inflación más alta del mundo.
El gobierno es responsable de la política de importaciones masivas y de una gigantesca red de distribución de productos constituida por PDVAL, Mercal, Mercalitos, Abastos Bicentenario y otros; no obstante lo cual se pudren miles de toneladas de alimentos en los puertos, mientras la escasez de productos básicos se ha hecho crónica.Hoy, cuando el país registra los más altos ingresos petroleros y fiscales de su historia, cuando año tras año el Seniat bate record de recaudación fiscal, la nación sido endeudada en más de 240.000 millones de dólares, registramos un déficit fiscal cercano al 20% del Producto Interno Bruto e importamos productos por un monto cercano a los 60.000 millones de dólares anuales.
Entonces… ¿Quién es el verdadero responsable de la crisis económica? ¿los industriales y comerciantes especuladores, usureros e inescrupulosos, (que los hay y no en poca cantidad) o las erráticas políticas económicas del gobierno, cuyas principales instituciones son solo “elefantes blancos” plagados de ineptitud y corrupción, cuyos únicos méritos son haber elevado el cinismo y la mentira a la categoría de política de Estado, construir un poderoso y costosísimo aparato comunicacional para su propaganda manipuladora, y convertir la tragedia que viven a diario nuestros compatriotas en repetitivos shows mediáticos a través de interminables cadenas de radio y televisión?Lo que ha hecho crisis es el modelo económico rentista-importador que depende casi exclusivamente de la producción petrolera, las políticas económicas adoptadas por el gobierno desde hace ya largos años y el conjunto de instituciones llamadas a garantizar su concreción y cumplimiento. Incluso, la especulación y la usura que han denunciado recientemente solo testimonian la incapacidad y corrupción de las instituciones llamadas a combatirlas. A su amparo se ha desarrollado una boliburguesía parasitaria que se alimenta de la quiebra de nuestro aparato productivo y de la corrupción de Cadivi, de los negocios con el Estado y de las importaciones.
Estos males no se superan con campañas orientadas a ocultar la responsabilidad del gobierno en la crisis, mientras se estimula la polarización política, se estigmatiza y persigue a quienes nos oponemos a su nefasto modo de gobernar, se busca sacar provecho electoral del drama que vive nuestra gente. Tampoco se resuelven reprimiendo la protesta social, negando importantes derechos económicos y sociales a los trabajadores y al pueblo ni criminalizando la protesta. Menos aún se superan con irresponsables espectáculos mediáticos a través de los cuales se estimula la violencia social y la destrucción de fuerzas productivas.
NO Hay problema de economía, sólo especulación, acaparamiento.
ResponderBorrar