1/28/2014 08:49:00 a.m.
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En una de sus tantas canciones, refiriéndose a la cultura popular, Alí Primera  decía que: “tiene amigos a montones pero se siguen coleando los zorros y camaleones”. Igual pasa cada año al conmemorarse la fecha que marcó el fin de la dictadura encabezada por el General Marcos Pérez Jiménez (MPJ). Como en un ritual cualquiera, aparecen periódicamente en la palestra pública diversos personajes invocando, cada uno desde su propia óptica, lo que se ha dado en llamar “el espíritu del 23 de enero”. Si aceptamos que este se pueda definir como el estado de ánimo que llevó a sectores diversos de la sociedad venezolana a sostener durante más de 9 años (24-11-1948 / 23-01-1958) una lucha totalmente desigual contra una cruel y sangrienta dictadura militar hasta dar al traste con ella; entonces, es conveniente precisar algunas cosas:

1.- Fue un prolongado proceso político que adquirió variadas expresiones, alcanzó distintos niveles e involucró a diversos sectores sociales de la época; políticos, intelectuales, periodistas, maestros, estudiantes, obreros, campesinos, empresarios, militares, etc. quienes, juntos y/o por separado, aportaron su respectiva cuota de sacrificio a lo largo de esos difíciles tiempos. El combate se planteó desde el mismo momento del Golpe de Estado contra el gobierno presidido por Rómulo Gallegos, hasta la etapa final que concluyó con la huída de MPJ del país; desarrollándose y combinándose durante ese tiempo distintas formas de lucha (huelgas generales, manifestaciones de calle y levantamientos militares, entre otras). Pero así como hubo quienes enfrentaron a la dictadura, también existieron cómplices y colaboradores de diferentes tipos. Algunos llegaron al extremo (luego de disfrutar las mieles de ese gobierno durante bastante tiempo, y solo cuando la crisis había hecho mella en él y se avizoraba su inminente caída) de saltar la talanquera y pasarse al campo opositor; para, luego del derrocamiento, tener la osadía de presentarse como héroes de la resistencia y paladines de la democracia. Es el caso, por ejemplo, de  algunos partidos políticos y personalidades civiles y militares. Los defensores de este período continúan utilizando las obras de infraestructura hechas por MPJ como referencia para justificarlo.

2.- Hubo también, quienes durante el enfrentamiento a la dictadura de MPJ, de manera engañosa hablaron de democracia, de antiimperialismo, de libertades políticas, de mejores condiciones de vida para el pueblo, de tierra para los campesinos, de libertad sindical, de seguridad social, etc.; pero, una vez que ocuparon el Poder se olvidaron de todo y, doblegándose de manera vergonzosa y descarada ante la imposición del Departamento de Estado Norteamericano (sostenedor y cómplice de los desmanes del régimen de MPJ y demás dictaduras militares latinoamericanas), constituyeron el Pacto de Punto Fijo con el fin de excluir del nuevo gobierno a todos los sectores considerados de izquierda, socialistas o comunistas; trasladando así hasta nuestro país, el enfrentamiento entre las grandes potencias conocido como la “Guerra Fría”. Además de garantizar el suministro de petróleo a precios viles a los EEUU, desarrollaron una política negadora de las aspiraciones del pueblo y reprimieron violentamente sus reclamos y las acciones de sus antagonistas políticos. La consecuencia inmediata fueron 10 años de lucha armada. Así comenzó la etapa de la “democracia” en Venezuela. Sus secuelas aún persisten y han significado un alto costo para el país; no sólo contabilizado en las valiosas vidas de jóvenes venezolanos (de ambos bandos) que se perdieron en ella, sino en todos los aspectos del interés nacional. La Operación Cóndor dirigida por la CIA y los dictadores del Cono Sur también tuvo su versión en Venezuela.  Por cierto, que esta primera etapa de la “democracia representativa” parece no existir en los discursos de la gran mayoría de los voceros de lo que actualmente se conoce como la “oposición”; mientras que los voceros del “oficialismo” la han convertido en excusa para intentar justificar hasta lo injustificable. La conclusión de este violento período, solo produjo cambios de forma en el estilo de gobernar; pero continuó siendo la represión y la demagogia, en sus distintas expresiones, la fórmula principal utilizada para controlar y someter las protestas con las cuales el pueblo siguió reclamando la violación de sus derechos y demostrando que las aspiraciones de cambio a su favor no habían desaparecido. De manera insistente, los tiempos de “democracia representativa” (mejor dicho, democracia de los intereses de las transnacionales y de la burguesía criolla) son presentados por los susodichos voceros de la oposición, de forma maniquea, como referencia, contraparte y alternativa ante el supuesto comunismo chavista; que no ha sido otra cosa que, realmente, su continuación en el Poder. Reiterativamente han utilizado las “obras de la democracia” como la mejor manera de demostrar que el tiempo pasado fue mejor.

3- Agotado el modelo de “democracia representativa” implantado en el país, y en medio de una profunda crisis política y económica que hacía tambalear y amenazaba la continuidad del sistema, se le abren las puertas al advenimiento del Teniente-Coronel Hugo Chávez Frías; sacado de la cárcel donde le habían encerrado y ofrecido como “tabla de salvación” por los mismos factores (transnacionales y burguesía criolla) que predominantemente disfrutaron y utilizaron a los gobernantes del período en cuestión para su propio beneficio. Estos se dieron a la tarea de cambiar la imagen de quien había sido, hasta hacía poco, uno de sus mayores enemigos; y, mediante la manipulación mediática, construyeron en el imaginario popular la figura de un supuesto redentor de los pobres y desamparados que reivindicaría las traicionadas aspiraciones del pueblo durante lo que él mismo bautizó como la IV República. Este personaje resultó ser más astuto de lo que sus mentores esperaban, y terminó imponiéndose como un caudillo, personalista y autoritario, que segregaba a quienes no le rendían pleitesía y fue, paulatinamente, conformando su propio círculo de adherentes y sus bases de apoyo (políticas, económicas y militares); manejó un discurso ambiguo y populachero que, abundantemente financiado por sus promotores originales, logró conquistar a una gran mayoría de venezolanos que le dio el triunfo en las elecciones presidenciales de diciembre de 1998. A partir de allí, escondido tras las promesas de la “democracia participativa” y el “Socialismo del Siglo XXI”, y aprovechando los no pocos y garrafales errores de la dirección opositara, fue consolidando un proyecto cada vez más totalitario; donde la mentira y la manipulación han llegado a adquirir la condición de política de Estado. Nuevamente fueron dejadas de lado las esperanzas populares y se continuó hipotecando el país a los intereses de potencias extranjeras. Luego de casi 15 años de la farsa revolucionaria interpretada por Chávez y sus herederos en el Poder, tenemos un país dividido, desmoralizado y desmantelado en el cual campea la corrupción, la impunidad, la pobreza, el hambre y el desempleo.

Estas distintas formas de gobierno no han cambiado en esencia el carácter del Estado venezolano. Han cambiado las figuras; pero no los factores sociales que lo han utilizado para enriquecerse a costa de la entrega de las riquezas del país al capital extranjero y de la explotación del trabajo de los venezolanos. En todas ellas el militarismo ha estado en primera línea para su sostenimiento, todas han utilizado procesos electorales manipulados y/o controlados para intentar legitimarse, cada una ha creado su propia constitución para luego violarla con total desparpajo, todas han tratado de aparentar a nivel internacional lo que nunca han sido, todas han servido para engañar al pueblo, y todas se han servido de los cuerpos de seguridad del Estado (que no de los ciudadanos) para instrumentar mecanismos de represión en distintos niveles y modalidades para cercenar sus derechos.
“Los hombres han sido siempre en política cándidas víctimas del engaño de los demás y del engaño propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a discernir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase”. Lenin.
Héctor Sánchez
Vanguardia Popular Aragua

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