El conflicto universitario actual no es otra cosa que la continuidad de la lucha que históricamente se ha librado en Venezuela en contra de las pretensiones del Estado; que siempre ha querido someter a las universidades a su total y directo control. Cuando nos referimos al Estado, lo hacemos independientemente de que este pueda ser calificado coyunturalmente y de manera empírica como dictatorial, democrático o revolucionario.
Las universidades han sido baluartes en defensa de los avances de la educación, la ciencia y la tecnología, del pensamiento plural, de la soberanía nacional, de la civilidad, de la democracia y el progreso, de los derechos del pueblo, etc.; incluso, enfrentando a las fuerzas retrógradas que internamente se han opuesto y actuado en complicidad con los planes estatales.
Esta es la verdadera razón por la cual el autoritaritarismo, que en el fondo que ha caracterizado a las distintas formas adquiridas por el Estado en nuestro país, que como tal ha sido la expresión real de los intereses de la dominación ejercida por las clases en poder de un Estado que, como denominador común, ha mantenido en cada caso y más allá de los discursos encubridores, las condiciones fundamentales de un capitalismo atrofiado, cada vez más dependiente de los capitales y potencias extranjeras, monoproductor, rentista y corrupto.
En otras
palabras, el conflicto universitario actual, aunque se presenta actualmente en
forma de reclamos, ante el patrono Estado, por reivindicaciones económicas (justas
por demás) de los diferentes sectores que constituyen este conglomerado; constituye,
en realidad, una nueva expresión del conflicto histórico señalado anteriormente.
Por lo tanto, se comete un grave error al intentar separarlo del contexto
político en el cual se ha venido desarrollando. No se puede obviar que, desde
hace más de 14 años, el poder del Estado se ha venido utilizando para imponer a
los venezolanos un proyecto político que, en nombre de una supuesta revolución,
pretende imponer un esquema de sociedad corporativa, de pensamiento único y
bajo el más absoluto control de un Estado cuyas tendencias fascistas han
quedado cada vez más al descubierto.
Han sido las
políticas emanadas de este, las que principalmente han determinado las
condiciones para hacer desembocar el conflicto en la situación presente y que sea
favorable a sus designios. Hasta ahora los universitarios han hecho frente a dichas
políticas; entre las cuales podemos mencionar, entre otras, la Nueva Ley de Educación
Superior, el cerco presupuestario, el incumplimiento de las convenciones
colectivas, el desconocimiento a las legítimas autoridades y organizaciones
gremiales y estudiantiles universitarias; a lo cual debemos agregar las permanentes
acciones de hostigamiento y amedrentamiento de los grupos violentos protegidos y
organizados por el gobierno y el PSUV; pero se ha llegado a un punto en el que
la dirigencia parece acorralada, debatiéndose en la incertidumbre sobre como
encauzar la lucha.
Se presenta incluso, una falsa contradicción entre la propuesta de Paro Indefinido por parte de las organizaciones profesorales y la exigencia de clases por parte del estudiantado. Ni la una ni la otra, separadamente, son correctas. Es necesario analizar, en el marco del contexto político y social existente, las formas de lucha que deben desarrollarse conjuntamente entre los diversos sectores universitarios para determinar cual, o cuales, serían las más convenientes, las que tendrían mayores probabilidades de éxito, en este momento.
El
subjetivismo en el análisis y las concepciones sectarias y reivindicativistas
son las razones principales que determinan este comportamiento. Se niegan a
reconocer que la lucha planteada es fundamentalmente política, en contra de un
proyecto despótico contrario a los intereses mayoritarios de los universitarios
y del pueblo venezolano; que utiliza todo el poder del Estado, y sus
ramificaciones en la sociedad, para intentar aplastar a todo lo que se oponga
en su camino.
Por lo tanto, si bien es cierto que la unidad de los universitarios es fundamental para enfrentar esta lucha, y debe trabajarse aceleradamente para concretarla, esta no es suficiente; es necesario ampliar los niveles de unidad hasta la incorporación activa y solidaria de otros sectores extrauniversitarios en lucha contra el actual régimen. Nadie discute la responsabilidad protagónica de los universitarios en la conducción del conflicto; pero no deben despacharse de buenas a primera, desde posiciones “obreristas”, manifestaciones como la que hizo Capriles recientemente en cuanto a la inconveniencia del Paro Indefinido; tampoco deben dejar de ser tomadas en consideración propuestas como las planteadas por el Comité de Trabajadores en Lucha.
Así como es necesario promover aceleradamente los acercamientos y los entendimientos entre los factores intrauniversitarios, de igual manera, es muy importante buscar entendimientos solidarios y respetuosos con otros factores extrauniversitarios.
Por lo tanto, si bien es cierto que la unidad de los universitarios es fundamental para enfrentar esta lucha, y debe trabajarse aceleradamente para concretarla, esta no es suficiente; es necesario ampliar los niveles de unidad hasta la incorporación activa y solidaria de otros sectores extrauniversitarios en lucha contra el actual régimen. Nadie discute la responsabilidad protagónica de los universitarios en la conducción del conflicto; pero no deben despacharse de buenas a primera, desde posiciones “obreristas”, manifestaciones como la que hizo Capriles recientemente en cuanto a la inconveniencia del Paro Indefinido; tampoco deben dejar de ser tomadas en consideración propuestas como las planteadas por el Comité de Trabajadores en Lucha.
Así como es necesario promover aceleradamente los acercamientos y los entendimientos entre los factores intrauniversitarios, de igual manera, es muy importante buscar entendimientos solidarios y respetuosos con otros factores extrauniversitarios.
En los
momentos actuales, una victoria de este sector será una victoria para el pueblo
venezolano; asimismo, una eventual derrota será un duro golpe para todos los
trabajadores, para el movimiento estudiantil y el pueblo en general. Las experiencias han demostrado que cuando el
movimiento abandona los espacios universitarios y se desmoviliza, se pierde el
principal obstáculo y se deja el camino libre a la intervención del Estado;
asimismo han demostrado, que cuando se fortalece la unidad interna y se logra
la incorporación de otros factores a la lucha sumando sus exigencias, cuando el
movimiento universitario recibe el respaldo popular y toma la calle
multitudinariamente, el Estado retrocede y cede a los reclamos planteados.
¡¡¡LA LUCHA UNE, LA UNIDAD DEL PUEBLO VENCE!!!
Héctor
Sánchez
Egresado de la Facultad de Ciencias Veterinarias. UCV.
Coordinador Regional de Vanguardia Popular Aragua
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