2/04/2014 03:12:00 p.m.
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La crisis económica del país hunde sus raíces en el viejo modelo de capitalismo de Estado dependiente y monoproductor, rentista e importador, que ya tiene un siglo de fracasos. A su sombra se formulan políticas erróneas, enmarañadas en un complejo entramado burocrático-institucional, al frente del cual gobierna la demagogia, la ineptitud, el despilfarro y la corrupción. 


Se acentúan las deformaciones estructurales de la economía, se destruye el aparato productivo, se refuerza la dependencia del petróleo, se endeuda al país y se compromete nuestra soberanía.
Se empobrece a la mayoría nacional y una nueva élite en el poder se enriquece al amparo de la especulación financiera, el negocio petrolero, las importaciones, las contrataciones con el Estado y la corrupción.
La expansión del gasto público no se corresponde con el crecimiento del aparato productivo ni ha servido para apuntalar un verdadero proyecto de desarrollo nacional, a pesar de que el régimen ha dispuesto de un billón trescientos mil millones de dólares en quince años.
El crecimiento hipertrofiado de Pdvsa, el aumento inusitado de su gasto y su política comercial y de endeudamiento, en contraste con la merma de su capacidad productiva, han configurado un déficit financiero cubierto parcialmente por el BCV. 
Una expansión de la demanda, en medio de la contracción sustancial de la oferta de bienes y servicios, cabalga sobre una reducción de la disponibilidad de divisas para financiar las importaciones y los requerimientos del conjunto de la economía, una caída de las reservas internacionales y la emisión desenfrenada de dinero inorgánico. El resultado es inflación, desabastecimiento y un déficit fiscal de 15 puntos del PIB.

El gobierno ha ido adoptando a cuentagotas un paquete de medidas que carga la mano contra el pueblo y que se traducirá en profundización de la crisis:
Devaluación del Bolívar, aumento de la gasolina, incremento de la presión fiscal y tributaria sobre productores y consumidores, nuevos endeudamientos, mayor apertura de la industria petrolera a la inversión transnacional, aumento de las tarifas de los servicios públicos; son algunas de las medidas que han tomado o se aprestan a tomar. 
Ellas traerán más inflación, más escasez, más desempleo y dependencia. He allí la guerra económica desatada por el gobierno contra el país, enmascarada tras un discurso falaz que elude la consideración de las verdaderas causas y responsabilidades del desastre generado.

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