2/18/2014 07:56:00 p.m.
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El gobierno nacional, inerme y cómplice frente a la acción impune de la delincuencia desbordada, ha escogido el camino de la represión como única respuesta a los reclamos populares. Incapaz de resguardar la seguridad y bienes de la ciudadanía, muestra, sin embargo, su saña represiva en respuesta desproporcionada a un movimiento de protesta cívico y pacífico que reclama solución a los graves problemas que padecen nuestras universidades y el pueblo en su conjunto. El saldo hasta el momento es: tres personas muertas, decenas de heridos y más de un centenar de detenidos, casi todos sometidos a maltratos y torturas e incriminados judicialmente.


El viejo recurso de la conspiración, la desestabilización y el golpe de Estado son nuevamente, la excusa inventada por el gobierno para desarrollar una estrategia perversa cuyo objetivo es cortar de raíz la protesta social que empieza a cobrar cuerpo:
La represión brutal de las fuerzas policiales y militares se concierta con la actuación de grupos parapoliciales (los colectivos armados), con la acción de infiltrados y provocadores cuyo papel es sabotear y atacar las manifestaciones, y con la fabricación de un discurso, repetido mil veces en cadena nacional y a través del sistema nacional de medios públicos, orientado a descalificar la protesta y a justificar la represión, mientras se somete al chantaje y la autocensura a la prensa para que acalle la verdad de los hechos. 
El corolario de todo esto es la militarización parcial de algunas ciudades, el asedio policial y militar en torno a las universidades y la suspensión de la garantía constitucional que resguarda el derecho a la protesta.
De esta manera, se pretende aterrorizar a la población para impedir que exprese su descontento frente a la inseguridad, el desabastecimiento y la inflación; frente a la crisis de la salud, la educación y demás servicios públicos; frente a la demagogia, la ineptitud y la corrupción.
Conquistar la libertad de todos los detenidos, rescatar el derecho a la manifestación pública, demandar el desarme de los grupos paramilitares del oficialismo, exigir rectificación de la política económica hambreadora y formular un pliego que exprese la comunidad de intereses nacionales y populares, deben ser objetivos de esta lucha.
Las condiciones para lograrlo son dos: unir a todos los sectores democráticos del país y encauzar la protesta por senderos pacíficos, evitando la anarquía y las provocaciones.

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