10/20/2013 10:49:00 a.m.
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Dos personas rodaron por el suelo y terminaron chocando con sus cabezas en una carrera desesperada para ganar el último paquete de papel sanitario que quedaba en el supermercado. Finalmente ninguna lo logró, porque una tercera, salió subterfugiamente de algún lugar y tomo el preciado artículo, para enfrentarse con el  asombrado cajero. Yo lo pago porque me lo gané -dijo-, como un reflejo, para evitar cualquier sentimiento de culpa.

Lo que  parece una simple historia de humor negro, es real. Estos casos se ven a cada rato, en un país que hasta hace un poco más de una década, era pobre pero mostraba con orgullo las prendas de sus productos fabricados o no en casa. Probablemente muchos no tenían como comprar los más costosos, pero había de todo.
Las personas con menores recursos económicos podían comprar los artículos de la dieta diaria como la harina de maíz, el aceite, la leche e incluso la pasta dental, el jabón de baño, sólo para citar pocos casos.
Ahora las colas son interminables en cualquier parte del país, aunque en algunos estados la situación es más grave.

No es ninguna exageración ni un comentario agarrado por los pelos. La gente humilde que busca el aceite y sólo consigue el aceite de oliva dice que ese es además de caro malo, porque tiene un sabor desagradable.

A esta terrible situación debemos agregar la inflación. Es espantosa. De un momento para otro un kilo de papas puede costar 15  bolívares y al rato pasa a 24 bolívares. La gente protesta en todos lados. Se dice que  pronto no habrá comida, aunque Nicolás Maduro anda con todo su séquito buscando hacer convenios con otros países para equipar a Venezuela de alimentos, pero sobre todo anda desesperado para legitimar un gobierno al que la mayoría no acepta.

La compra de productos a otros países puede tener dificultades porque al parecer Venezuela ha mermado sus reservas con tanto gasto para los beneficios del poder. Han anunciado una mayor cuota para los dólares de Cadivi, pero no sabemos hasta qué punto esto va a mejorar la situación.
Hasta hace una década, el país era pobre pero lucía con orgullo todos los productos que necesitaba. Había de todo y para todos los bolsillos. Cuando alguien hacía mención a la escasez de alimentos se pensaba en Cuba, pero  todos podíamos pensar que eso estaba bien lejos de nosotros, aunque muchos vislumbrábamos una inclinación un poco peligrosa.
Muchos venezolanos pusieron pies en polvorosa en esa época. Ya los mensajes agresivos de un nuevo modelo económico se estaban alzando, pero la población estuvo esperando un país mejor que no llegaba, que todavía está pendiente.
Como mencionamos, la escasez sólo era una inquietud, no un horror. ¿Quieres comprar un carro? Te lo tengo, ¿Una paca de cemento o una cabilla? Te lo tengo, ¿Papel sanitario, jabón de baño, crema dental? Te lo tengo,  ¿Harina pan? Ni soñar en una escasez del producto más importante para todos los gustos venezolanos. Había de todo. Nada viejo, todo recién preparado. ¿Leche? nacional o importada.
¿Está la pobreza ligada a la escasez?

En algunos sentidos puede ser. Un país es pobre porque hay escasez de empleos, por lo tanto los habitantes de ese país no trabajan y no generan ingresos para resolver problemas económicos puntuales en el ámbito doméstico. Esto se resuelve a niveles macroeconómicos que no entran en este espacio, porque corresponde a los expertos. Aquí hay lo que se ve.

Lo que se genera de una baja producción industrial es producto de  por una política que asusta a los inversores. Las grandes empresas se fueron y algunas fueron hasta botadas a trancazo limpio. No se dio incentivos para la producción de la pequeña y mediana industria y ahora sufrimos las consecuencias.

La carencia de los recursos básicos para la alimentación, servicios públicos en mal estado y toda esa cartilla que nos cuentan cada vez que se acerca un período electoral, pero que este gobierno no ha resuelto en 14 años.

En Venezuela hay de todo, en eso no sufrimos de escasez. Reunimos los males de los países pobres, a pesar de los demoledores ingresos del petróleo, la violencia de todo tipo esta a la orden del día, las personas de bajos ingresos no consiguen los productos que les permitan por lo menos resolver problemas económicos puntuales en el ámbito domestico.

Comprar un carro, es un sueño. La especulación está desbordada. Sin embargo, las personas podrán tener sus alimentos básicos pero no los hay. Esto también ocasiona inflación aún mayor de la establecida legalmente porque los que pueden obtenerla a cuenta gotas las venden a precios muy altos.

¿Para donde vamos?

Nadie lo sabe. Es un país que anda desbocado en medio de un gobierno que no ha sido aceptado porque no es legal. Estamos divididos pero no en partes iguales. Cada día la balanza se inclina hacía los que reclaman, los que sabemos que las cosas no andan bien, aunque el gobierno trata de tapar esta cruda realidad con mentiras, en medio de cadenas  interminables en medios de comunicación.

¿Hay gente que cree esto?

Si las hay y son bastantes. Digamos que la cosa va mas allá de lo creíble, entra en el rango de la esperanza.

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