1/11/2014 08:10:00 a.m.
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El episodio en el cual resultaron asesinados la señora Mónica Spears y su esposo, y herida de bala la hija de ambos, de cinco años de edad, forma parte de las “dramáticas circunstancias” que a diario vivimos todos los que habitamos en este país. 


Son dramáticas porque cada vez que nos toca (a muchos de nosotros todos los días) transitar por cualquier carretera o autopista, en vehículo propio o no, lo hacemos con pleno conocimiento de que podemos ser víctimas del hampa en cualquier momento; muchos lo han sido en más de una  oportunidad, mientras que otros ya no viven para contarlo.

También sabemos que el mal estado de estas vías (huecos, oscuridad, monte, falta de señalización, etc.) y las carencias de vigilancia policial se convierten en factores que contribuyen y facilitan la acción de los delincuentes en contra de ciudadanos indefensos e inermes ante ella.

Han sido contradictorias las versiones dadas hasta ahora,  sobre la manera cómo ocurrieron las cosas. Aún no está claro si el carro de la familia agredida hubo de detenerse porque se desinflaron los cauchos a causa de los “miguelitos” o porque no pudieron evitar caer violentamente en uno de los tantos baches que hay en la autopista.

Todavía no tenemos claro por qué dicen que la única testigo del hecho es la niña herida, si como se ha informado el carro ya estaba sobre el camión grúa. Ha sido patético el espectáculo montado para evadir la responsabilidad de aquellas autoridades que, comenzando por el presidente Maduro y el Ministro del Interior e independientemente de todo, tienen las competencias formales, constitucionales y legales para enfrentar el hampa y garantizar la seguridad y el derecho a la vida de todos los venezolanos y no venezolanos que transitan por nuestras carreteras. 
Tendrían que empezar por reconocer su incapacidad para ejercer los cargos y el fracaso de sus políticas y múltiples planes anunciados en esta materia.
Son dramáticas estas circunstancias porque Mónica Spears era una joven exitosa y bella, que fue Miss Venezuela, modelo, actriz y colaboradora de instituciones benéficas, con una familia (esposo e hija) aparentemente feliz, que tenía suficientes medios para vivir fuera del país y venir a vacacionar regularmente en él; donde, lamentablemente, se cruzó con la muerte.
Eso ha hecho estallar en la sociedad sentimientos pre-existentes, acumulados, reprimidos o no manifestados anteriormente de manera tan vehemente y generalizada como ahora, la sociedad ha expresado su indignación y su ira de diversas formas; incluyendo negativos deseos de venganza y proponiendo acciones como la utilización del ejército y la pena de muerte. 
Algunos han llegado hasta el extremo de señalar públicamente, como si eso fuera un delito, la supuesta  militancia en el PSUV de uno de los detenidos. Es decir, su irracional propuesta es combatir la violencia con más violencia. Mientras solo se piensa en el ataque, en la represión a los delincuentes (que es necesaria), se olvida que lo fundamental debe ser evitar que estos se formen; así como en vez de curar enfermos se debe tratar de impedir que la gente pierda la salud. En ambas materias, indudablemente, nuestro país ha llegado a convertirse actualmente en una potencia no incluida en el Plan de la Patria.

La otra cara de estas dramáticas circunstancias la constituyen los acusados. Son jóvenes (muy jóvenes) venezolanos cuya historia ha sido publicitada solamente en el papel de asesinos y atracadores; pero no en cuanto a su condición social, a sus orígenes y formas de vida.

Por lo que hemos podido observar son parte de grupos familiares asentados en barrios (invasiones) donde, como en tantos otros, resalta la pobreza y el abandono por parte del Estado; pero que además, cuentan con una fama, aparentemente bien ganada, sobre su peligrosidad, pues, desde hace bastante tiempo son conocidos como sitios de residencia de los integrantes de las bandas que, con la más absoluta impunidad y bajo la vista gorda de las autoridades del gobierno, han azotado a las personas que transitan diariamente por la autopista Valencia-Puerto Cabello y hasta a sus propios vecinos.
No exagero, son realmente dramáticas las circunstancias por las cuales atraviesa nuestra Venezuela y padecemos los venezolanos. ¿Cuál revolución? Somos potencia en hambre, miseria y muerte. La lucha continúa……
Héctor Sánchez
Vanguardia Popular Aragua

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